Madagascar 21. Bekopaka. En el anterior post nos habíamos quedado tomando unas cervezas en un tascurrio del pequeño puerto fluvial de Bekopaka. La verdad que sentados en aquella destartalada terraza con aquella cerveza fresca y observando el deambular de la población local me sentía el hombre mas feliz del mundo. A medida que atardecía y empezaba a remitir el calor, la polvorienta calle se iba llenando de lugareños. Unos iban a por agua, otros la traían, algunos volvían con el ganado recogido y los más sencillamente paseaban saludando a los amigos. Disfruté mucho esa tarde y para rematar tuvimos una puesta de sol casi mágica. La esfera solar se quedó literalmente colgada. Parecia que el tiempo se había parado. Un bien rato después, se ocultó tras unas nubes y desaparecío.
A la mañana siguiente paseamos por el poblado mientras esperábamos a cruzar el río en el ferry. Nos quedaba un duro viaje y si teníamos suerte llegaríamos a tiempo para poder ver al atardecer la Avenida de los Baobabs